Déjate llevar...

domingo, 17 de agosto de 2008

Atemporal


Ven, quiero mirar la luna. Toma mi mano. Es agradable sentir las piedras frías, la hierba mojada, el viento chocando contra las hojas. En otros tiempos recorrí este mismo sendero con una compañía distinta. Lo conoces bien, a pesar de que tus huellas se han borrado. Así es, no queda rastro de ellas, ni de las otras. ¿Sabremos cómo regresar? Serás tú quien guíe nuestro retorno. ¿Y luego?


Contar escalones es entretenido, aquí son más de cinco, más allá menos de cuatro y al final nueve. Contar árboles también, aquí hay unos diez, más arriba veo siete y al final…

¿Te has fatigado? Un poco, pensé que sería sencillo volver aquí después de tantas estaciones transcurridas. ¿Ha cambiado mucho? No, en realidad ahora que observo todo a mi alrededor, parece atemporal. Es muy cierto, incluso en este mismo instante hay un silencio... ¿Temible? No era esa la palabra que buscaba.


Mira al cielo. Se ve lejana, casi inalcanzable. No es imposible. Lo se. ¿Y tú? No lo se. Hoy pareces esquiva a mis preguntas.

Regresemos, observé todo detenidamente, podemos ser más ligeros y estar nuevamente en nuestro punto de partida. ¿Disfrutaste ver la luna llena desde un sitio distinto? Fue agradable percibir todo lo que lleva hasta ese lugar, siento que cada vez que estás allí te sientes segura. Me siento tranquila, puedo dejar que mi mente se distraiga, que los pensamientos vaguen libremente.


Hoy algo será distinto, me quedaré contigo y cuando despiertes ya me habré ido.

sábado, 16 de agosto de 2008

Hora Cero



¿Qué te detiene? Si tú me lo pides, voy, con pasos suaves, pero firmes, es mejor no dudar. Me convertiré en tu visitante, y mi día es imprevisto, el de la diosa Venus. ¿Ahora seré yo quién haga las preguntas, los cuestionamientos?. Serás tú quien trate de aclarar aspectos de mí que quizá aún no has descubierto.


Lentamente dejo envolverme por los aromas que me rodean, del sonido que dejo fluir indistintamente, son la guía en este viaje hacia tí. No pude dejar pasar un día más, sencillamente no pude esperar.


Respiro profundamente y sigo el camino.


Sigo tu voz para recorrer a una velocidad que por momentos sacude mi ser. Estoy a tu lado, estas mirando a tu derecha, tu brazo sirve de apoyo a tu cabeza, ¿te he despertado? Es difuso, en sueños invoqué tu presencia y ahora estás aquí. Es una especie de primer encuentro, ahora estas en otra parte. Pudiste dejar la seguridad de tus cuatro paredes y decidiste salir a ver el sol. Mañana verás conmigo la luna.


¿Cómo descubriste que existía? Tal vez siempre lo supe, es solo que entre tanto buscar, simplemente perdí el recuerdo. Me agrada tu risa. ¿Cómo se pierde un recuerdo? ¡Olvidándo! ¿Y cómo rescatas algo del olvido? Los sueños son cómplices, pero tienes que estar consciente de que sueñas, sino, no sirve. ¿Entonces soñaste conmigo? Has sido tú quien me llamó. Azules turquesas, es así como yo imagino tus ojos. Certeza. Ahora sabes que puedo cumplir una promesa. Hora uno, hora de partir.

Despacio en mi espacio


Qué puedo decir… hablar de ti me hizo bien. Aún nadie sabe quien eres, porque ni siquiera yo estoy segura. Lo que se es que existes. Toda la semana te estuve buscando, a través de oráculos, de cartománticos, de astros, pero no lograba estar ni cerca de ti. Algo en mi sabía que debía esperar hasta hoy, a esta hora, precisamente ese número perfecto. Uno, dos y tres. Puntualidad, esa parece ser una de tus virtudes. Vamos despacio, ahora que estas en mi espacio. Nunca me sentí invadida por tu presencia, la viví siempre como una compañía que tan solo llegaba sin avisar. ¿Qué es lo que me perturba? No insistiré en la necesidad de ver tu rostro, pero al menos dejame saber como son tus ojos.



¿Ansío demasiado? Sí, porque a través de ellos descubriría tu alma. A cambio, me muestras tus manos. Pálidas, suaves. Tus dedos largos acarician una de mis mejillas. Me conoces más de lo que pensaba. Adivino una sonrisa en tus labios, aunque están en la oscuridad ante mis ojos.

Un sobresalto. ¿Fuiste tú? Quizá fui yo. ¿Te quedarás un rato más? Me quedaré.


Es un bello atardecer el de hoy, las nubes están presentes pero el sol brilla y calienta un poco. Levantas tu rostro y miras a través de la ventana las montañas que están al fondo, verdes aún, cubiertas por el bosque. Quisiera tomar tu mano y llevarte hasta ese sitio que se ha fijado en tu retina, pero sería muy extraño, el silencio sería un requisito y perderíamos la oportunidad de decir lo que queremos decir sin que tercernos nos observen. Malgastaríamos esta especie de intimidad que hemos creado. Estoy de acuerdo contigo.


Ante mi pregunta (una más de las tantas que vendrán): Sur. Estoy en el Sur. Y tal vez eso era algo que no imaginabas. El hecho de responderte, el hecho de decirte un punto cardinal. Se que toda esta semana intentabas dibujar en tu mente un rostro, un nombre, algo que te quite esa agonía de no saber. Desconfianza no fue lo que me detuvo anteriormente, pero tu sabes que no es tan fácil como parece, hablar, sin pronunciar. No mires el reloj de arena, no tengas prisa, me iré en el instante en que mi visita haya terminado...

Quisiera poder ver a travez de ti, que por un instante vuelvas a donde te encuentras, y me muestres lo que hay a tu alrededor, yo todavía no entiendo bien cómo hacerlo. Cierra tus ojos, despeja tu mente, libera cualquier otra distracción, cualquiera. Escuchas lo que viene del fondo. No lo digas, son dos instrumentos, uno marca el ritmo, el otro lleva la melodía, ahora sientes latir un corazón suavemente, no está agitado ¿dime que ves? Veo una persiana, la luz puede entrar vagamente a traves de ella, veo tus pies descalzos como los mios, siento tu cansancio, siento tu profunda tristeza. Respira suave y profundamente, ahora vuelve.


Me siento débil, y confieso que me cuesta llevar oxígeno a mis pulmones. Háblame de lo que quieras al oído, no se lo diré a nadie, necesito reponerme.


En un abrazo, te digo adiós. En un abrazo te encontraré.

Instante Infinito


Estoy recostada en el lado occidental de mi espacio multidimencional. Estas aquí, siento tu presencia. Tienes esa capacidad de romper las distancias, de estar allí y aquí, junto a mi simultáneamente. Lo intenté varias veces, no se si realmente tuve la oportunidad de viajar sin moverme físicamente un solo milímetro. Es más agradable cuando cierro mis ojos. Estas aquí, parece increíble. No es la primera vez, lo se. ¿A qué has venido esta vez? ¿Soledad me dices? Está bien, quédate a mi lado aunque más no sea por un instante infinito.


¿Quieres mostrarme un lugar que podemos compartir? Sin darme cuenta ya me has llevado hasta tu refugio. Se que es un sitio lejano, pero ahí estamos, tu y yo. Solo la madre tierra sabe de nuestra presencia. No es temor lo que siento, aun asi todo es tan extraño. No entiendo por que no puedo ver tu rostro. No estás lista, me dices. Solo te seguiré. Tienes razón. Todo esto es muy hermoso como para no poder quedarme un instante más. Es como un amanecer. Y ese inmenso nevado que está al fondo, no hay necesidad de llegar hasta allí para poder contemplar toda su grandiosa majestuosidad. Está cubierto de nieve prácticamente hasta su base.

Ahora entiendo por qué vienes aquí cuando todo parece agobiarte. Se respira paz. Si, ya lo se, tu vida es demasiado agitada a veces, por eso necesitas alejarte, alejarte del mundo que te rodea. ¿Sabes? Yo paso la mayor parte de mis horas en soledad, estado que sólo se ve interrumpido por el sonido de la música, y cotidianidades que no vale la pena mencionar. Mis ojos se llenan de lágrimas y aunque no dejas que te vea, se que los tuyos también.

Súbitamente, la tristeza me invade. La nostalgia.

Es la primera vez que tu y yo entablamos algo parecido a una conversación. Antes de que te pregunte, me dices: Se lo que estás pensando, y lo sabrás a su debido tiempo, no falta mucho para esto, mientras tanto confórmate con saber que es algo con lo que tengo que vivir. Aquí no hay tiempo, pero debemos regresar, te dejaré donde estabas, pero, de ahora en más prometo que si me llamas, estaré a tu lado, aunque más no sea por un instante, infinito por cierto.