Déjate llevar...

sábado, 16 de agosto de 2008

Despacio en mi espacio


Qué puedo decir… hablar de ti me hizo bien. Aún nadie sabe quien eres, porque ni siquiera yo estoy segura. Lo que se es que existes. Toda la semana te estuve buscando, a través de oráculos, de cartománticos, de astros, pero no lograba estar ni cerca de ti. Algo en mi sabía que debía esperar hasta hoy, a esta hora, precisamente ese número perfecto. Uno, dos y tres. Puntualidad, esa parece ser una de tus virtudes. Vamos despacio, ahora que estas en mi espacio. Nunca me sentí invadida por tu presencia, la viví siempre como una compañía que tan solo llegaba sin avisar. ¿Qué es lo que me perturba? No insistiré en la necesidad de ver tu rostro, pero al menos dejame saber como son tus ojos.



¿Ansío demasiado? Sí, porque a través de ellos descubriría tu alma. A cambio, me muestras tus manos. Pálidas, suaves. Tus dedos largos acarician una de mis mejillas. Me conoces más de lo que pensaba. Adivino una sonrisa en tus labios, aunque están en la oscuridad ante mis ojos.

Un sobresalto. ¿Fuiste tú? Quizá fui yo. ¿Te quedarás un rato más? Me quedaré.


Es un bello atardecer el de hoy, las nubes están presentes pero el sol brilla y calienta un poco. Levantas tu rostro y miras a través de la ventana las montañas que están al fondo, verdes aún, cubiertas por el bosque. Quisiera tomar tu mano y llevarte hasta ese sitio que se ha fijado en tu retina, pero sería muy extraño, el silencio sería un requisito y perderíamos la oportunidad de decir lo que queremos decir sin que tercernos nos observen. Malgastaríamos esta especie de intimidad que hemos creado. Estoy de acuerdo contigo.


Ante mi pregunta (una más de las tantas que vendrán): Sur. Estoy en el Sur. Y tal vez eso era algo que no imaginabas. El hecho de responderte, el hecho de decirte un punto cardinal. Se que toda esta semana intentabas dibujar en tu mente un rostro, un nombre, algo que te quite esa agonía de no saber. Desconfianza no fue lo que me detuvo anteriormente, pero tu sabes que no es tan fácil como parece, hablar, sin pronunciar. No mires el reloj de arena, no tengas prisa, me iré en el instante en que mi visita haya terminado...

Quisiera poder ver a travez de ti, que por un instante vuelvas a donde te encuentras, y me muestres lo que hay a tu alrededor, yo todavía no entiendo bien cómo hacerlo. Cierra tus ojos, despeja tu mente, libera cualquier otra distracción, cualquiera. Escuchas lo que viene del fondo. No lo digas, son dos instrumentos, uno marca el ritmo, el otro lleva la melodía, ahora sientes latir un corazón suavemente, no está agitado ¿dime que ves? Veo una persiana, la luz puede entrar vagamente a traves de ella, veo tus pies descalzos como los mios, siento tu cansancio, siento tu profunda tristeza. Respira suave y profundamente, ahora vuelve.


Me siento débil, y confieso que me cuesta llevar oxígeno a mis pulmones. Háblame de lo que quieras al oído, no se lo diré a nadie, necesito reponerme.


En un abrazo, te digo adiós. En un abrazo te encontraré.

1 comentario:

Lepeny dijo...

Pareciera que hubieras leido mis pensamientos y lo habrias escrito, por que aun creo que viene por algun lado, lo presiento y estoy seguro que llegara no se cual sea la señal pero estare presto.
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